Abucheos y muestras de disgusto muy estruendosas recibió el presidente Leonel Fernández el viernes en la noche, en la Casa San Pablo, de la Rómulo Betancourt, cuando concluyó el acto de graduación del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC).
Era el escenario donde el presidente Fernández menos podía esperar tal demostración de rechazo a su actual gestión o a su comportamiento personal, muchos menos de la población joven y con nivel universitario, su nicho político principal.
Para muchos la conclusión final del acto fue una fuerte y chocante sorpresa, mucho más para las autoridades de INTEC que tenían la presencia del mandatario como el “show” principal, al parecer no la graduación misma.
Sucede que INTEC acostumbra a llevar a cabo sus graduaciones en sus propias instalaciones, al aire libre, pero las lluvias de la semana pasada y las que se suponía caerían el día de la graduación obligaron a mudar el lugar del acto.
Como eran 700 graduandos, todos, incluidos las familias, amistades y autoridades académicas, no podían estar sentados en el recinto de la Iglesia Católica. De ahí que alguien se inventó una “acomodación” inteligente. Dos graduaciones. Una de posgraduados en la mañana, pequeña, y otra grande en la tarde, con los graduados de licenciaturas.
Los graduandos adentro, sentados, con algunas de las máximas autoridades de INTEC y con el Presidente y sus acompañantes y autoridades del sector Educación.
Afuera, donde pudieran estar, eso sí con monitores de televisión, los familiares, amigos y otros invitados.
Pasa la primera hora, la segunda hora y viene la tercera hora, de noche, abrumados por la humedad y a la espera de un acto que no se inicia porque el invitado principal, Leonel Fernández, no llegaba. Estaba cumpliendo “otros” compromisos, fue la explicación justificativa del prolongado retraso de la actividad.
Sentados desde las 4:30 de la tarde, los presentes debieron esperar para ponerse de pie e iniciar el acto hasta las 7:00 de la noche.
La ira fue contenida, sin embargo. Lo dejaron llegar, sentarse, saludar, escuchar la actividad y los discursos. En la despedida del acto, al ser mencionado, se produjo el vómito de masas. Un presidente Fernández abucheado de pie y todos juntos, como se diría en inglés, lo hicieron, adentro y afuera del salón.
Otro mito político a quien la crisis empieza reducirle espacio. Y es probable que de ahora en adelante no se arriesgue a ser el “show” de todos los actos posibles e imposibles.
Fuente: 7dias.com.do
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