Sometida a una perniciosa influencia que va desde el desnaturalizador hedonismo hasta el afán desmedido de lucro, la corrupción y diversas modalidades delictivas, la sociedad dominicana necesita fortalecer su apego a valores y principios basados en paradigmas verdaderamente admirables.
Hay demasiado predicamento que induce hacia prácticas y estilos de vida divorciados por completo de toda noción de rectitud, lo que se contrapone a las pautas básicas que deben normar una convivencia sana y honorable.
Solo el conocimiento y transmisión a las nuevas generaciones del valor de ejemplos de vida y obra como los del patricio Juan Pablo Duarte, cuya fecha natalicia se celebra hoy, puede contribuir a contrarrestar tanta avalancha de peligros y perversas inclinaciones.
Su recia trayectoria de sacrificio y entrega desinteresada a la causa de una República Dominicana libre e independiente debería servir a la clase política para trabajar más por los intereses generales, en lugar de apetencias particulares.
Su gran hoja de servicio al país tiene que ser expuesta como un mensaje permanente –con fuerza vivencial de aplicación actual y no meramente como una pasiva referencia histórica– a fin de cultivar en la juventud el amor a la patria y a sus valores fundamentales, así como a fortalecer la solidaridad y combatir el deshumanizado particularismo.
El texto del juramento de los trinitarios, que fue obra del pensamiento duartiano, reúne tres elementos esenciales que, con sus altas y sus bajas, han estado presentes en la historia y la cultura dominicana: la religiosidad, el carácter caballeresco y el sentido del honor.
Fuente: Editorial – El Caribe.
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